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Arqueología Andina y Tiwanaku
Opinión
6 de noviembre de 2010
Semanas antes de la decisión de la
Universidad de Yale de devolver la colección de Machu Picchu.
Ideas expresadas de forma personal.
Enviadas en enero 2010 al Instituto Nacional de Cultura. Conversadas con
personal de la Defensa del Patrimonio del INC y enviadas en octubre 2010
al
grupo encargado de las negociaciones con la Universidad de Yale.
Enviadas al diario El Comercio,
6 de Noviembre
2010
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Señores El Comercio, Opinión
En estos días de importantes movilizaciones populares en torno al tema
de la colección de Machu Picchu, la relación entre Perú y la Universidad
de Yale entra en una nueva fase con la acusación de "amenazas" que ha
hecho la universidad acerca de las pretensiones judiciales de Perú. Creo
que no es tarde, a pesar que varios años han trascurrido entre
conversaciones y negociaciones que no han abocado a nada, y antes de
concentrar esos esfuerzos en el foro judicial, poder plantear otras
opciones para la resolución de este problema. Quisiera exponer una idea
que se inspira de de otros casos en el que se buscó el retorno de
patrimonio ilegalmente fuera de su país de origen. Es resultado de una
labor de observar estos temas en países con problemas de tráfico del
patrimonio similares a Perú. En dos instancias esta idea ha sido
compartida con funcionarios peruanos que están implicados en este asunto…el
de convencer a la Universidad de Yale de devolver al Perú la colección
de material excavado en Machu Picchu.
El público, ciertamente preocupado con el tema, parece no tener claro
los detalles del asunto. Por ejemplo, no ayuda que la prensa no haya
publicado las dos resoluciones en cuestión: en la que se establecía que
el Perú se reservaba el derecho de reclamo (de hecho la segunda otorgada
a Hiram Bingham) y en el que se establecía un plazo de 18 meses para el
retorno de las piezas (la tercera resolución). Mas aun, no queda claro
que sólo la segunda resolución concierne artefactos de Machu Picchu,
mientras que la tercera incluye artefactos de otros sitios en la región
de Ollantaytambo. Es comprensible que Perú busque obtener ambas
colecciones, debido al contenido inequívoco de las estipulaciones de las
resoluciones.
Aun así, ahora que todo indica que el Perú se inclina por entablar un
juicio, y a pesar de la justa causa, siempre existe la posibilidad que
Perú pierda el juicio. En un sistema consuetudinario, armado con
precedentes, sin código legal sobre el tema, y con el concepto de
estatuto de limitación muy comúnmente esgrimido, el juez en la corte de
EE.UU. podría bien favorecer a Yale. Y esto es algo que hay que evitar,
tanto iniciar el juicio como la posibilidad de perder.
En el gran esquema de las cosas, Perú está buscando una importante
victoria moral en el tema de control de patrimonio. Ello no quiere decir
que vaya a buscar la repatriación de muchos otros objetos exportados del
país en la primera mitad del siglo XX. Recordemos que muchas colecciones
de excavaciones en el Perú salieron, sin resoluciones ni permisos, hacía
los museos de los EE.UU. donde aun se encuentran hoy en día. Estos casos
podrían ser abordados en el futuro con otros medios de entendimiento
entre museos custodios del patrimonio e instituciones peruanas.
¿Cual es entonces la opción que sugiero? En una idea inspirada del caso
italiano. Déjeme explayarme algo más sobre este y como podría ayudar al
caso de MP.
La experiencia italiana es compleja pero a la vez muy simple. En su
relación con los museos de arte de Boston, de Princeton, de Nueva York (Metropolitano)
y el Museo Getty, Italia tenía, gracias a largos años de labor de
investigación del departamento especializado en patrimonio de los
Carabineros, documentos que probaban que los objetos habían salido de
Italia después de 1970 (año de la convención UNESCO que prohíbe tal
tráfico). A pesar de tener la documentación, no se aventuraron en las
cortes. Simplemente entablaron conversaciones directas (como Perú inició
su relación con la Universidad de Yale) pero con condiciones a veces
poco ortodoxas y muy inusuales (con fuerte respaldo político...en lo que
llamaron "diplomacia cultural")
Mientras se llegó a un acuerdo en las conversaciones con los tres
primeros museos, el Museo Getty se rehusó a devolver las piezas. Italia
entonces sugirió que podría declarar persona non grata a todo
investigador del Museo Getty (y quizás hasta instituciones afiliadas
como el centro de conservación) por un largo periodo de tiempo.
Imagínese un museo de este calibre que no puede mandar a sus
investigadores y especialistas a Italia que es un museo abierto con
patrimonio de invalorable riqueza de los últimos cuatro milenios. Al
final el Getty cedió. Y con lo simpáticos que son los italianos, han
decidido otorgarles piezas en préstamo para remplazar aquellas sacadas
de los nichos de los cuatro museos mencionados.
El caso peruano, inspirado por Italia, podría proceder por las mismas
vías. Perú tiene que actuar de manera creativa para hacer valer sus
derechos. Ciertamente tiene que haber un fuerte apoyo político (desde el
Presidente de la República y esperar que no haya un ministro ex-alumno
de Yale que dude sobre la justicia de la causa). Y no amedrentarse de
las consecuencias... Yale sopesará sus opciones y el impacto académico,
científico y financiero de concretarse la proposición peruana.
El argumento central que Perú debe esgrimir es que no podrá confiar en
el futuro que la relación de Yale y Perú se haga sobre términos
equitativos y de beneficio mutuo. La reacción y rechazo de Yale frente a
los decretos legislativos a favor a la investigación de Hiram Bingham es
ejemplo que no valora esta relación. Por lo tanto Perú tendrá que
desconfiar de los investigadores de Yale que desean hacer carrera e
incrementar su prestigio trabajando con recursos peruanos. Me refiero a
entomólogos, botánicos, químicos, farmacólogos, geólogos, biólogos,
etnohistoriadores, historiadores, geógrafos, etc. ¿Como puede el Perú
confiar que respetaran los intereses de la nación? Perú entonces se
halla en la difícil posición de estar obligada a no dar bienvenida a
estos investigadores de la universidad y de sus institutos afiliados; es
decir el gobierno de Perú consideraría a los investigadores de Yale
personas no gratas.
Si el Perú decide llevar a cabo esta simple idea, de manera unilateral
ciertamente, es muy probable que Yale decida devolver las colecciones,
sin condiciones. Perú podría entonces, en acto de buena fe, prestarles
una colección significativa para el mismo museo.
Todas las avenidas deben agotarse antes de embarcarse en la vía
judicial. Aun opciones como esta, en las que Perú tiene que,
lamentablemente, deletrear sus poderes y potestades a Yale, una
prestigiosa universidad con una actitud sumamente conflictiva en temas
de propiedad del patrimonio.
Atentamente,
Dr. Álvaro Higueras
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